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El paciente geriátrico muestra características específicas, derivadas tanto de la especial forma de presentación de la enfermedad como de los cambios que determina el proceso fisiológico de envejecimiento, que le llevan a estar expuesto a múltiples problemáticas que condicionan en gran manera su autonomía y que tienen especial incidencia en el bienestar y la calidad de vida.
La identificación de estos problemas, que derivan de los aspectos físico, emocional, funcional y social.
En el área de la valoración psicológica del adulto mayor, evaluamos los siguientes aspectos: la función cognitiva y el estado emocional.
Función cognitiva
Las alteraciones cognitivas muy frecuentemente son atribuidas de forma errónea al proceso de envejecimiento; otras veces, es el propio paciente con un deterioro cognitivo leve o moderado el que ofrece una imagen lúcida e intacta desde el punto de vista intelectual y su deterioro pasa desapercibido para la familia e incluso para el personal sanitario.
Los objetivos de la valoración cognitiva son detectar la presencia de un deterioro cognitivo que pueda afectar a la autonomía del anciano y establecer estrategias de cuidados lo más precozmente posible.
Estado emocional
La frecuencia de la depresión en el anciano es variable según el contexto en el que nos encontremos, si bien en todos ellos constituye un importante problema de salud. El objetivo de la valoración de la función emocional es detectar y objetivar posibles trastornos en este área que afecten o puedan afectar a la autonomía del anciano, permitiendo así establecer una adecuada estrategia terapéutica.